Últimamente
escucho bastante la palabra “evaluación”, su verdadero significado y todo lo
que ésta conlleva.
La
verdad es que siempre, durante los años que llevo como alumna, que no son
pocos, he pensado que la evaluación era llegar a una nota que te califique,
dicha nota obtenida del resultado de varios exámenes.
Es
más, cuando se acababa los trimestres el profesor nos decía: “Tal día es
vuestra evaluación”. Dicho día, los profesores que nos daban clase se reunían y
nos ponían una nota.
Y
debemos preguntarnos: ¿Es ese el verdadero significado de evaluación? ¿Es
necesario poner nota a los alumnos? ¿Es vital ponerles un examen?
Sin
lugar a duda, tras haber escuchado hablar tanto del tema y haber leído algún
que otro artículo, puedo decir que NO.
La
evaluación no estrictamente significa calificar, es más para calificar no es
necesario evaluar.
Con
respecto a la cuestión de si es necesario hacerles a los niños un examen,
obviamente diré que no, ya que como venimos diciendo es una forma clasificar al
alumnado. Se le pone la etiqueta de APTO o NO APTO, regido por un examen que
simplemente refleja si el niño tiene o no memoria, pero nada más. Aunque
algunos se crean que es lo que el niño ha aprendido o no.
¿A
caso algunos de nosotros volveríamos a aprobar un examen de 6º de primaria?
Quizás no, y no por ello somos unos fracasados.
Se
le da mucha importancia a la evaluación, y como dice Gimeno, tal vez
arreglaríamos la evaluación quitándola. “A los profesores se le recomendaría
que piensen más en la enseñanza y menos en la evaluación”.
Y
sí, en mi opinión, lleva toda la razón, porque ¿Se puede medir el aprendizaje?
No estamos en cada una de las cabecitas de los alumnos, por lo que no podemos
saber lo que han aprendido, sólo podemos hacernos un idea, como bien dice
nuestro profesor Miguel, sólo la punta de un iceberg.
Tras
todas las cuestiones que se me han ido planteando y tras pensar en este tema,
mi grupo y yo le hicimos una entrevista a @hernandezbea (puesta tambíen en el blog de grupo), pedagoga y maestra en
una escuela de Madrid.
Fue
inevitable hacerle, entre otras, la siguiente pregunta y a la que contestó:
¿Cree que es posible medir el aprendizaje que un niño adquiere?
“El aprendizaje no se puede medir de una manera
cuantitativa (nota, puntuación, calificación) porque no es objetivo, ni debe
serlo, aunque pongamos mucho empeño en ser exhaustivos y precisos con los
métodos de calificación ya que el margen de error es mayor del que
creemos. Las condiciones de laboratorio no existen en la escuela,
debido a la inmensidad de factores externos que influyen en los chicos y
que no podemos controlar por lo que los resultados que obtengamos de la mera
calificación, siempre en mayor o menor medida, serán imprecisos y
superficiales, y sobre todo no cumplirán con el cometido.”
Tras su respuesta, personalmente, me quedo con la idea
de que al calificar no estamos siendo justos, pues el aprendizaje no se puede
medir, cuantificar. Nunca será un método preciso para saber qué tanto el niño
ha aprendido.
No obstante le hicimos más preguntas:
¿Qué
significa “evaluar” para usted?
“Evaluar es
valorar de forma cualitativa que conocimientos o aspectos están
sólidamente aprendidos y cuáles débilmente adquiridos e informar a las
familias de ello. El proceso no concluye si la intención es formativa.”
Simplemente
añadiría que evaluar es mejorar, cambiar, comprender, pues es el desarrollo
intelectual, social y moral del alumnado.
¿Es lo mismo
evaluar que calificar?
“Donde no
llegan los números, empieza la evaluación. No es mía, es de Don Juan Manuel Álvarez, un instruido en esto de la
evaluación”
Con esta
respuesta, en mi opinión, se deja claro. “Todo lo que se pueda medir no es
educativo”
¿Cree que
las notas tienen algún valor pedagógico? ¿Por qué?
“Ninguno,
porque no dan información real de la evolución del alumno. Lo que ha aprendido
y lo que le falta por aprender, cuáles son sus puntos fuertes y cuáles los
débiles, qué sabe ya hacer o en qué se tiene que esforzar aún más.
Las notas
indiscriminadas, muy al uso lamentablemente en las escuelas, rompen con el
sentido esencial del aprendizaje de disfrutar con el gusto por saber. Con la
calificación además irrumpe la competición.”
Tras esta
acertadísima respuesta de nuestra entrevistada me gustaría hacer un inciso. Ya
sabemos que las notas no son educativas y no tienen ningún valor pedagógico,
pero la realidad lamentablemente es otra.
Si un
docente no pone nota, o no hace un examen, las familias lo tachan de flojo,
irresponsable y de no enseñarles nada a sus hijos. Tenemos el concepto de
examen tan normalizado que si rompemos con él nos espantamos.
Estamos
acostumbrados a que nuestros padres, al menos desde mi experiencia, nos digan: “¿qué
pasa que no tienes examen o qué? Ponte a estudiar.”
Nos han
inculcado, no digo los padres sino la sociedad en general, que la meta es la
nota, olvidándonos de aprender por el mero gusto de saber, adquirir conocimientos
para formarnos como personas y crecer desarrollándonos en todos los ámbitos
(sociales, cognitivos…). Pues en mi opinión, la cultura te hace más sabio.
Deberíamos
salirnos de la normalidad y prepararnos para el cambio, pues espero que esta
mentalidad cambie y para ello, debemos estar preparados.
-¿Sería
posible no poner notas en la enseñanza obligatoria?
“Posible no,
sería necesario por eso mismo, porque es obligatoria. A no pocos (y cada
vez son más, desafortunadamente) les obligamos a estar en un sitio donde no
quieren, después les etiquetamos intelectualmente y además les
pedimos que no pierdan la sonrisa incluidos los que salen peor parados. ¿Cuál
es la lógica? ¿Crear jerarquías? ¿Es esa la misión de la escuela? ¿O
posibilitar el mayor número de aprendizajes con verdadero valor educativo?”
Yo,
personalmente estoy de acuerdo con nuestra entrevistada, al menos en la
enseñanza obligatoria no deberían existir las notas.
Antes de
acabar, me gustaría mencionar el aprendizaje por proyectos. Una manera
distinta de aprender, saliéndose de lo tradicional, el examen.
El aprendizaje basado en proyectos
permite al alumno tener un papel activo, dejando de lado al alumno pasivo que
simplemente se limitaba a recibir información.
Se
permite también el intercambio de experiencias, pues cada alumno al participar
en su propio aprendizaje tiene en cuenta sus experiencias y sobre todo en este
tipo de aprendizaje se pone de manifiesto la importancia de la cooperación e
intercambio de opiniones, ya que los proyectos se hacen en grupos, en los
cuales deben ponerse de acuerdo para entre todos llegar al objetivo: aprender
disfrutando, de una manera no tan aburrida como era la de memorizar un libro,
que entre otras cosas, no llevaba a ninguna parte.